Con la muerte de Agustín Ibarrola se va uno de los artistas vascos más reconocidos. Escultor y pintor, ha fallecido a los 93 años y deja como legado principal el Bosque de Oma, que tras su reubicación, ha sido abierto al público recientemente.
Agustín Ibarrola ha fallecido a los 93 años en el hospital de Galdakao. Llevaba años alejado de la escena pública, pero su figura siempre ha estado presente a través de sus obras. Se ha “marchado” justo en el momento en que su obra más reconocida vuelve a abrirse al público.
En el año 2021 la revista Urdaibai Magazine puso voz a Agustín Ibarrola a través de su hijo José Ibarrola. Entonces el nuevo Bosque de Oma estaba en plena restauración: Mi padre había concebido el bosque como un homenaje a Santimamiñe, a Gernika, un cruce de tendencias en el país, desde la modernidad a la prehistoria. En esta obra se nota su desarrollo profesional como miembro del “Equipo 57”, un colectivo de arte abstracto creado en París. El bosque de Oma forma parte de la experimentación espacial que afloró en él, como desarrollo de un lenguaje plástico propio. Pero pintar el Bosque de Oma fue algo más, fue una vía de escape. En aquellos años mi padre se encontraba en una situación de ostracismo profesional tremendo. El bosque fue una especie de terapia. El bosque pintado es su intervención en la naturaleza más gozosa y más optimista. A pesar de la negrura de su momento personal, ahí sacó toda su energía y ganas de vivir. Es impactante la sensación que tienes de plenitud y de encuentro entre su manifestación plástica de arte contemporáneo y la naturaleza, es una simbiosis muy interesante.
Goian bego. Descanse en paz.
Como homenaje a este gran artista recuperamos el reportaje completo de la revista Urdaibai Magazine en su número 27.
BOSQUE DE OMA, ¿ARTE EFÍMERO O INMORTAL?
Ser efímero no es sinónimo de perecer para este icono artístico, cultural y paisajístico de Bizkaia. El Bosque de Oma renace con todas las garantías, la esencia de su autor, Agustín Ibarrola, y el respeto por el entorno natural. Su proyección como motor turístico de Busturialdea-Urdaibai y su gran valor artístico han transcendido hasta hacerlo casi inmortal.
Las nuevas generaciones y el mundo no podían perderse la experiencia de la íntima conexión entre lo ancestral, la naturaleza y el arte que evoca el Bosque Pintado de Oma. Su autor, Agustín Ibarrola, nos regaló hace 35 años esta joya plástica de arte experimental y su legado va a seguir vivo pese a su delicado lienzo efímero.
Un esfuerzo casi titánico ha hecho posible que Bosque Pintado de Oma tenga un futuro. Ante el serio deterioro que sufría, derivado de la evolución natural del pinar, afectado además por un hongo destructor, la Diputación Foral de Bizkaia junto a la familia del artista, no ha cesado en su empeño de encontrarle nueva ubicación. Finalmente, será en una parcela cercana al actual Bosque Pintado de Oma donde se podremos disfrutar de nuevo de esta obra.
El Bosque pintado se queda en Kortezubi
El nuevo bosque pintado de Ibarrola se ubicará en el monte Basobarri, nombre casi premonitorio. Un terreno de trece hectáreas situado muy cerca del actual Bosque de Oma. «Hoy celebramos que tenemos una solución ideal, redonda, El bosque pintado de Oma recupera la vida, su futuro. La Diputación Foral de Bizkaia ha adquirido un nuevo bosque para la obra de Ibarrola pegado al actual. El bosque de Basobarri es un nuevo lienzo para la misma obra. Un lienzo perfecto de trece hectáreas para mantener lo sustancial, la esencia del bosque pintado, el mensaje de Agustín. Cambian los árboles, sí, pero no cambia el arte ni la magia de Ibarrola y su lenguaje, ni la complicidad con el entorno, ni la profunda conexión con San Miguel de Ereñozar y Santimamiñe, con nuestro pasado y nuestro presente. Insisto: cambia el lienzo, pero no la obra. Y creo que eso es lo más importante. El bosque pintado seguirá vivo. El valle de Oma seguirá siendo un referente cultural«, ha señalado el Diputado General de Bizkaia, Unai Rementeria.
En Kortezubi ambas noticias, la del cierre del viejo bosque y la de la nueva ubicación, han generado dudas, sorpresa y expectativas, casi a partes iguales. “La noticia del cierre del bosque nos llegó por sorpresa; negocios de hostelería mostraron su preocupación, porque económicamente los más afectados han sido los establecimientos de hostelería. Y la noticia de la nueva ubicación era lo que esperábamos, porque el bosque pintado se ha creado en Kortezubi. Entendíamos que tenía que seguir en nuestro municipio”, manifiesta la alcaldesa de Kortezubi, Karmele Embeita.
En la elección del nuevo bosque han primado factores artísticos y se han tenido en cuenta cuestiones prácticas como unas buenas infraestructuras de acceso y la gestión del espacio, dada la afluencia de visitantes que se prevé. Rementeria ha explicado que «Nos resistíamos a entender Bizkaia sin este bosque. Y no hemos parado hasta dar con la solución perfecta, la ideal. Hemos manejado hasta 27 propuestas diferentes. Hemos recurrido a todos los expertos posibles. Expertos en arte, en árboles, en bosques, en conservación … Y hemos tomado la decisión de Basobarri. O mejor, Basobarri la ha tomado por nosotros, porque está junto al actual bosque, porque sus pinos radiata son apropiados y están en su mejor edad, entre 30 y 35 años y porque la morfología del terreno es ideal para entender las pinturas tal como las concibió Agustín”.
Especialmente importante es la altura y entidad del fuste del árbol, que debe tener unas características óptimas para ser el lienzo perfecto donde plasmar los dibujos con las perspectivas que creó Ibarrola.
La perspectiva, la bidimensionalidad y tridimensionalidad juegan un papel esencial en la obra de Ibarrola, por eso es fundamental que el bosque elegido tenga una masa forestal que aporte volumen y un número de árboles que posibilite ese juego artístico. También interactúa la orografía con espacios llanos y otros de pronunciada pendiente, que contribuirán a variar los puntos de observación, para experimentar cómo las figuras se crean y se transforman ante nuestros ojos.
Es curioso que la nueva ubicación tenga el nombre de “Basobarri” (bosque nuevo) y también que en este mismo espacio fuera donde el propio Agustín Ibarrola propuso hace un tiempo ubicar el Centro de Interpretación del Bosque Pintado. Centro al que el artista planeaba donar parte de su obra para explicar el proceso de creación del bosque, “porque el bosque no surge por generación espontánea, hay mucha elaboración previa, mucho trabajo, mucha experimentación. Habíamos planteado que en el Centro de Interpretación se ubicara esa obra suya, en paralelo al bosque. A nosotros nos ha hecho gracia y nos ha gustado mucho que el nuevo bosque se ubique en ese mismo lugar, es como si las cosas se encauzaran hacia lo más natural”, explica Jose Ibarrola hijo de Agustín y él mismo artista polifacético. Crear un Centro de Interpretación del Bosque Pintado de Oma es una idea que “los Ibarrola” no han abandonado del todo, ”una vez solucionado el bosque habrá un momento en el que habrá que pensar en ello. Sería necesario para completar la obra de mi padre”, explica su hijo Jose.
En busca de las raíces del Bosque de Oma
El profundo proceso de gestación y el arduo trabajo de Agustín Ibarrola para crear el Bosque de Oma nos lo relata su hijo, Jose Ibarrola, la “voz” de su padre en todo lo que tiene que ver con su obra. Contundente al hablarnos de las vicisitudes que ha pasado el bosque pintado de Oma, nos cuenta algunas “claves” por las que ha llegado a nuestros días esta obra con la fuerza, energía y transcendencia suficiente hasta convertirse en inmortal. “Fueron decisivas en los años ochenta la compra del pinar por parte de la Diputación Foral de Bizkaia y la instantánea que captó un fotógrafo que hacía reportajes para “Ronda Iberia”, la revista de la aerolínea, la única compañía por aquel entonces. Aquello disparó la popularidad del bosque”, recuerda Jose Ibarrola.
Todos los que hemos visitado el Bosque pintado de Oma nos hemos hecho esta pregunta alguna vez: ¿Qué el mensaje quiso transmitir Agustín Ibarrola cuando pintó el bosque? ”Mi padre había concebido el bosque como un homenaje a Santimamiñe, a Gernika, un cruce de tendencias en el país, desde la modernidad a la prehistoria. En esta obra se nota su desarrollo profesional como miembro del “Equipo 57”, un colectivo de arte abstracto creado en París. El bosque de Oma forma parte de la experimentación espacial que afloró en él, como desarrollo de un lenguaje plástico propio. Pero pintar el Bosque de Oma fue algo más, fue una vía de escape. En aquellos años mi padre se encontraba en una situación de ostracismo profesional tremendo. El bosque fue una especie de terapia. El bosque pintado es su intervención en la naturaleza más gozosa y más optimista. A pesar de la negrura de su momento personal, ahí sacó toda su energía y ganas de vivir. Es impactante la sensación que tienes de plenitud y de encuentro entre su manifestación plástica de arte contemporáneo y la naturaleza, es una simbiosis muy interesante”, nos revela Jose Ibarrola.
A la obra de Agustín Ibarrola en Oma se le ha considerado erróneamente Land Art por el simple hecho de ser parte de la naturaleza. Pero el autor no lo catalogaba dentro de esta corriente artística y así debemos entenderlo. “Mi padre nunca aceptó que fuese una intervención de Land Art, además le molestaba mucho. Para él era una experimentación de un lenguaje plástico, muy basado en la interactividad del espacio plástico, de cómo las cosas tienen forma y fondo, y cómo se pueden relacionar, una teoría propia del “Equipo 57”. Él decía que quería romper la idea de la perspectiva renacentista. Por ejemplo, la línea, uno de los elementos presentes en el bosque, se percibe como si la hubiera trazado con un pincel en una foto de los pinos. Es decir, que algo tridimensional en el espacio como los pinos, se convierte en bidimensional por su intervención. Ese lenguaje plástico es el que va a prevalecer al “renacer” la obra original. Es ese lenguaje el que se va a replicar. Viene a ser como extraer la escritura de un papel y reescribirla tal cual en otro. El lenguaje es el mismo, el bosque era para él su gran lienzo”, relata Jose Ibarrola.
Bosque y Arte, efímero y sostenible
Pero si la obra fue creada en un espacio natural con una vida efímera, ¿podemos hacerla perdurar en el tiempo sin variar su significado original? La Diputación Foral de Bizkaia y la propia familia del artista lo ven claro: “Lo que se haga no va a durar eternamente, porque la naturaleza tiene una garantía relativa. Puede durar 20 años y al de 20 años podemos repetir la operación. Porque, aunque hay quienes dudan del valor de hacer una réplica del original, lo cierto es que, en el arte contemporáneo, el concepto es lo importante, el lenguaje que se utiliza. La idea es trasladar el lenguaje plástico de Agustín, su idea, su concepto, a un sitio similar al anterior. Y la suerte ha sido encontrar el espacio idóneo tan cerca del anterior, en paralelo”, cuenta Jose Ibarrola. El Diputado General de Bizkaia, Unai Rementeria también defiende el proyecto: «El arte vivo, por definición, es arte efímero. Es algo que el propio Agustín Ibarrola sabía y aceptó cuando inició el proyecto. Nuestra misión como Diputación de Bizkaia, desde 1990 ha sido cuidar y mantener el bosque y la obra de Ibarrola en las mejores condiciones posibles. Y creo que conseguir que el bosque viva 20 años más de lo que suelen vivir este tipo de bosques demuestra el buen trabajo de la Diputación. Para nosotros Oma es un símbolo de Bizkaia. No entendemos Bizkaia sin Oma. Sabemos que no podemos evitar la muerte de los pinos, pero llevamos meses buscando una alternativa para mantener viva la obra. Para que el espíritu de Oma siga vivo”.
El nuevo bosque de Oma no solamente va a renacer como obra artística, también va a aportar ventajas para su buena gestión y su entorno natural. Sin abandonar el valle de Oma, el cambio de ubicación permitirá disponer de una vía de evacuación más accesible en casos de emergencia y también más accesible para las labores de mantenimiento del espacio. El acceso al nuevo bosque seguirá siendo desde el aparcamiento de Lezika, junto a las cuevas de Santimamiñe, pero en un terreno más amplio y cercano a pistas forestales más transitables.
La capacidad de carga del espacio es otra otro aspecto que está presente, porque se halla en la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, espacio de especial protección, porque es un entorno rural habitado y estamos ante un tesoro cultural que puede llegar a recibir hasta 100.000 visitantes en un año. Estos factores nos remiten a la responsabilidad de trabajar por un desarrollo sostenible, un ecodesarrollo. En Kortezubi, su alcaldesa, Karmele Embeita, tiene las ideas claras, “esto es lo que nos preocupa, tiene que ser sostenible tanto para visitantes como para vecinos y vecinas; cuando el Bosque estaba abierto a los turistas, en varios periodos del año se generaban numerosos problemas de aparcamiento, afluencia de gente, limpieza… Para Kortezubi, en general, junto con Santimamiñe, el bosque supone una seña de identidad; pero por otra parte está también la preocupación por las molestias que pueda causar a las personas que viven en Oma y Basondo si no se organiza bien el tema de las visitas. La masificación, los problemas de aparcamiento, limpieza, cuidado del entorno … entendemos que todo esto se debería de hacer de forma controlada y evitando aglomeraciones”.
La gestión futura del nuevo Bosque Pintado permitirá, además, aislar áreas de regeneración del propio bosque garantizándose así el futuro del “lienzo” y de la obra. “Nuestro compromiso también es medioambiental, el bosque tiene que seguir siendo bosque. Por eso vamos a repoblar el bosque de Oma con especies autóctonas. Y quién sabe si dentro de unas décadas Oma podría volver a acoger de nuevo la obra de Ibarrola, el bosque encantado«, ha deseado Rementeria.
El Bosque Pintado de Oma tiene asegurado su futuro en Basobarri , un anhelado proyecto que convive en el tiempo con el ambicioso proyecto, Guggenheim Gernika, y que nos lleva a preguntarnos que sinergias pueden generar. “Entendemos que a nivel comarcal la oferta cultural se ampliará con el futuro proyecto del Guggenheim, pero sin olvidarnos del valor de Santimamiñe, que está incluida en la lista de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Entendemos que el nuevo proyecto quiere aunar el arte, la cultura y la naturaleza y eso en Kortezubi está garantizado con Santimamiñe y el Bosque pintado de Agustín Ibarrola y suponemos que se complementará con el futuro proyecto de Guggenheim Urdaibai”, reflexiona la alcaldesa de Kortezubi, Karmele Embeita.
El proyecto foral de replicar el Bosque de Oma en Kortezubi tiene como objetivo central dar continuidad a una propuesta cultural que se ha consolidado en la comarca y que, hoy en día, representa un recurso relevante para toda Bizkaia. El nuevo bosque conservará toda la esencia de Ibarrola y mantendrá, como sucede ahora, la conectividad emocional con las personas visitantes.
Los primeros trazos que repliquen la obra de Ibarrola en Basobarri, Oma se empezarán a dar en mayo de 2022 y para ello, contamos con uno de los grandes expertos en la obra de Ibarrola y Oma, el profesor de la UPV/EHU, Fernando Bazeta. También forman parte del equipo el pintor y escultor Javier Riaño, el director del Museo Bellas Artes de Bilbao, Miguel Zugaza y Lucía Agirre, curator del Museo Guggenheim Bilbao. Una comisión de expertos que trabajan codo con codo con los equipos de la dirección de Cultura y los técnicos de Basalan de la Diputación Foral de Bizkaia. “Yo voy a estar en la supervisión para defender la casa del padre. Mientras yo esté de cancerbero voy a procurar que se haga con la mayor fidelidad y sinceridad. Porque, aunque no estuviera mi padre, esa obra, se haga donde se haga, va a seguir siendo su obra”, afirma su hijo, Jose Ibarrola.
La inversión prevista es de un millón de euros y se estima que, en el verano de 2022, el nuevo bosque pintado esté “abierto por obras” y puedan ser visitados los conjuntos pictóricos más conocidos del Bosque Pintado de Oma, mientras continúa realizándose la obra completa con el bosque abierto al público. De esta manera, se podrá “participar” del proceso de creación de la obra. El objetivo inicial es que en verano de 2023 el Bosque Pintado de Ibarrola, el Bosque Pintado de Oma, resurja en todo su esplendor.
URDAIBAI MAGAZINE
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